Época: Arte Español del Siglo XVIII
Inicio: Año 1700
Fin: Año 1800

Antecedente:
La plenitud del barroco: la generación de 1640

(C) María Dolores Vila



Comentario

Al lado de la personalidad descollante y rectora de Domingo de Andrade completan el panorama arquitectónico del último tercio del siglo XVIII otros artistas cuya actividad no es quizá tan definida, pero que contribuyen al triunfo de ese lenguaje decorativo propugnado por Vega y Verdugo, con el que en alguna medida ellos debieron de tener relación; me refiero a Pedro Monteagudo, Diego de Romay y fray Tomás Alonso, defensores de un ornamentalismo en la arquitectura que está en oposición al clasicismo de fray Gabriel de Casas, también coetáneo de Andrade.
De Pedro Monteagudo tenemos muy escasas referencias documentales que puedan permitir atribuirle algunas obras, pero sabemos que trabajó en el monasterio de Celanova, en la cúpula de la iglesia, que presenta una decoración radial de sartas vegetales similares a las empleadas por Andrade, pero sin su delicadeza de talla. Sabemos también que la familia de los Monteagudo, todos ellos canteros, trabajó en el monasterio de Sobrado, y Bonet atribuye a Pedro Monteagudo la construcción de la iglesia, fachada y Capilla del Rosario del monasterio de Sobrado de los Monjes (La Coruña). Comenzada la iglesia por la fachada para permitir la utilización durante las obras de la iglesia anterior, puede atribuírsele a Pedro Monteagudo el inmenso lienzo telón, dominado por un horror vacui que recorre sus muros repletos de una decoración que se adosa a una estructura habitual en las fachadas gallegas, con una parte central que cubre el ancho de la nave y dos cuerpos laterales sobre los que arrancan las esbeltas torres.

En la iglesia se aprecian claramente dos etapas, ya que los tres primeros tramos de los pies presentan un trazado clasicista diferente del que ofrece el resto de la nave, ejecutada por Pedro Monteagudo con un concepto hiperdecorativo que recorre los muros, resalta capiteles y vuela cornisas y que llega a su cenit en la cúpula que cierra el crucero y que fue realizada por Domingo de Andrade, quien dirigió las obras de Sobrado a la muerte de Monteagudo. Asimismo, creo que hay que ver la mano de Andrade en la Capilla del Rosario del mismo monasterio, comenzada en 1672 y en la que intervinieron Domingo y Pedro Monteagudo, según refiere el Libro de Obras del monasterio, si bien es posible que detrás del siempre complejo proceso de adjudicación de la obra existan planos de otro arquitecto, que los Monteagudo se limitarían a ejecutar. La capilla es edificio de singular importancia para la fijación de la tipología de las capillas barrocas gallegas, y Bonet la sitúa como el jalón intermedio entre la Capilla del Cristo de Burgos y la Capilla del Pilar, ambas en la catedral de Santiago. Pedro Monteagudo trabajó también en la iglesia de la Compañía (hoy San Bartolomé) de Pontevedra, aunque la referencia documental no precisa con exactitud qué partes han de atribuírsele en el edificio; es probable que haya trabajado en la fachada, para la que hizo los escudos, pero no hay en ella elementos que recuerden a otras obras del maestro de obras, por lo cual pensamos que también en este caso Monteagudo trabajó sobre unas trazas ajenas que se limitó a seguir con fidelidad.